Goebbels y la publicidad para niños
De cuando en cuando resurgen en ciertos debates personajes que, como Goebbels o Maquiavelo, nos inquietan. Esta inquietud procede de que nos ponen delante de los ojos el lado más frágil, oscuro y peligroso de la condición humana.
“Una mentira repetida adecuadamente mil veces se convierte en una verdad”, es tal vez la cita más conocida del Ministro de Propaganda de Adolf Hitler.
No es así del todo, no es tan lineal ni tan sencillo.
En el terreno profesional que nos ocupa, que es la publicidad y no la propaganda política, abundan los fracasos más estrepitosos respaldados por grandes inversiones en campañas y, supuestamente, por estudios de mercado previos. Para muestra un botón, o una berlina, o un ‘donut’. No hace tanto que se nos ofrecía una versión light ‘con todo el sabor’. El resultado debió ser desastroso, pero los especialistas decidieron darse una segunda oportunidad, y lanzaron una campaña reconociendo que no les había salido bien a la primera (aquello de ‘todo el sabor’), pero que en este segundo intento sí lo habían conseguido. De nuevo la catástrofe fue completa.
¿En qué quedamos, es posible o no convencer de aquello que queramos, simplemente repitiéndolo?
Pues no, definitivamente la repetición no basta… en la mayoría de casos. Pero hay un segmento de la población, la infancia, muy particularmente manipulable por este medio. Los armarios de muchas habitaciones infantiles están llenos de juguetes que solo se abrieron -eso sí, con mucho entusiasmo- una vez, el día el regalo. “¿Es que ya no te gusta jugar con eso?”, preguntan los papás extrañados, mientras el niño ignora que lo que le motivó a pedir ese juguete con tanta insistencia fue la canción tan pegadiza que tenía su anuncio… Nunca le interesó lo más mínimo el juguete.
Los adultos, algunos, somos parcialmente racionales y parcialmente emocionales; los niños pequeños son solo emocionales. Enormemente susceptibles de ser engañados. No basta con que las leyes prohíban que los juguetes parezcan tener movimiento propio y deba verse claramente una mano que los mueve… Eso al niño le da exactamente lo mismo.
Alguien decía que, para crecer y ser un adulto equilibrado, de niños necesitamos ‘pan, amor y seguridad’; si nos falta alguna de estas tres cosas pasaremos el resto de nuestra vida buscándola, acumulándola…
¿Qué solución tiene esto? La educación de los adultos. “Me lo pido todo” es la afirmación abierta de muchos niños, que la mayoría de adultos simplemente oculta. En el fondo, somos muy niños…
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