Todavía no está diagnosticado como enfermedad o deficiencia, pero la mayoría de ciudadanos de los países llamados desarrollados padecemos últimamente algo que podríamos denominar ‘actualidismo’.

Por tal entenderíamos la precipitada e inconsciente tendencia a consumir ‘actualidad’, sea de productos inmateriales como la información o comportamientos, o sea de productos materiales, como la mayor parte de las novedades que nos proponen las empresas.

En efecto, en la Universidad se nos enseñaba que un anuncio que incluyese la leyenda ‘Nuevo’ sería percibido al menos un 15% más, sólo por eso. Y también aprendimos que no hay nada tan difícil de cambiar como un hábito, como una costumbre…

El actualidismo que padece el ciudadano-consumidor del siglo XXI tiene que ver al menos con tres factores:

• La necesidad de las empresas de lanzar novedades continuamente al mercado, por razones de competencia.
• El desarrollo revolucionario de las nuevas tecnologías de la información.
• La secular insatisfacción de los seres humanos, que ya esgrimiera el himno de los Rolling Stones.

¿Cuáles son las últimas noticias? ¿Cuáles son los últimos productos?, parecen ser las compulsiones exclusivistas de los consumidores más jóvenes.

Esto supone que la experiencia que solo nos aporta la historia quede en un muy segundo término, siendo optimistas. A la inmensa mayoría de jóvenes no sólo no les interesan nada los clásicos de la literatura o de la música, sino tampoco la literatura ni la música de hace apenas… ¿un año?

¿Acaso nos estamos convirtiendo en consumidores menos exigentes sin darnos cuenta?

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