La mayoría de padres del siglo pasado, en España, soñaban con que sus hijos fuesen médicos o abogados. Se trataba de profesiones de alto prestigio social. En España. En otros países, como Estados Unidos, ser abogado era y es visto de muy diferente manera.

¿Y los publicistas? ¿Qué grado de confianza generan entre el común de los ciudadanos españoles?

Un estudio de GfK Verein afirma que la mayoría de los españoles desconfía de los publicistas: un 60% de ciudadanos no los consideran de confianza. Los bomberos son quienes salen mejor parados, con un 97%, y los políticos ocupan el peor puesto, con solo un 5% de personas que confía en ellos.

El estudio de GfK Verein abarca un total de 25 países y, en la media de todos ellos, la valoración de los publicistas es mayor que la de España: el 56% sí confía.

¿Hasta qué punto estos datos corresponden a una realidad objetiva?

Pues quizá no mucho: la percepción del bombero como ‘el gran héroe’ se generó con el atentado a las Torres Gemelas. Es decir, que responde fundamentalmente a una imagen. Sin duda con fundamento, pero finalmente una imagen.

Los publicistas arrastran el estigma de mentir habitualmente, cuando las leyes prohíben que la publicidad mienta. ¿Manipulan entonces con técnicas ocultas y sofisticadas? Mucha leyenda, es decir, de nuevo imagen.

Una sola película de éxito sobre bomberos pirómanos podría acabar con su actual prestigio. Un análisis riguroso también demostraría que los publicitarios no mienten más que otros profesionales.

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